El uso de materiales compuestos en la industria del automóvil, tanto de consumo como de competición, comenzó hace ya más de medio siglo, con el fin de reducir el consumo energético mediante la reducción de peso, sustituyendo materiales metálicos por materiales compuestos.

Con el paso de los años, ha quedado demostrado que a diferencia de los metales, los composites son más ligeros, resisten más a la fatiga, son más fáciles de moldear, y resisten a la corrosión… Pero además, en aras de la seguridad tienen una clara ventaja, y es su altísima capacidad de absorción de impacto. En la fabricación de automóviles podemos distinguir dos áreas de aplicación; interiores (salpicaderos, revestimiento de puertas, techos, asientos…) y exteriores ( parachoques, guardabarros, alerones…)